Hace unas semanas, pudimos disfrutar de una deliciosa cena en el restaurante Abarike, de Gijón. Está capitaneado por Lara Roguez, una chef que cuenta con numerosos premios y reconocimientos culinarios por su excelente trabajo. Ella y su equipo os harán disfrutar de una travesía gastronómica sin igual a través de platos de sabor exquisito y productos frescos. ¿Os contamos más?
Hablar del restaurante Abarike es hablar del mar. De hecho, un abarique es una red usada para la pesca de sardinas grandes. Y el restaurante sin duda capta la esencia de la maresía. Sus sabores, sus platos y sus productos juntan lo mejor del océano con la tradición asturiana, resultando en aromas, texturas y conceptos únicos.
Al timón, la chef Lara Roguez, cuyo estilo marca la diferencia por saber casar perfectamente modernidad y tradición y por traernos la esencia más pura del Cantábrico a través de sabores intensos y muy bien equilibrados. Además, la presentación es impecable, es una explosión de colores y formas. Sin duda, entendemos que Lara cuente en su carrera con premios tan prestigiosos como «Chef del año 2020» entre otros.
Foto: Sara Castaño
Además, todo el equipo es maravilloso. Las explicaciones de los platos fueron perfectas y aprendimos datos muy interesantes sobre productos, bebidas e ingredientes. Sin duda, se nota la calidad y la profesionalidad también en el resto de la tripulación del Abarike.
En cuanto a la carta, personalmente, nos enamoramos de los berberechos con algas y miso. Cuesta encontrar palabras para describir el sabor del fondo, que encaja perfectamente con la delicadeza de los berberechos. Ese es nuestro favorito sin duda, pero también son reseñables las ostras, que puedes degustar de varias formas, la gilda y la burguer de cigala con pan croissant. Por otro lado, los pescados, donde destaca el pixín negro asado con ceniza y BBQ. Como toque final, los postres: cuatro tartas de queso diferentes que representan los cuatro puntos cardinales. Por supuesto, la carta es mucho más extensa, os la dejamos aquí para consultar.
Además, se pueden solicitar dos menús degustación, uno más corto que se llama Marea Baja y uno más extenso que se llama Marea Alta. Podéis consultar los platos y los precios también en la carta.
Además, en días seleccionados se puede disfrutar de eventos especiales que harán las delicias de todos. De vez en cuando, Lara invita a chefs de otros restaurantes para cocinar a cuatro manos un menú de categoría. Y casi todos los domingos en el Abarike ofrecen el Vermut del Almirante, un brunch con una selección de bebidas y platos sin igual en la ciudad. Podéis consultar aquí todos los eventos especiales, obtener información sobre precios y fechas y reservar vuestra plaza.
En resumen, el restaurante Abarike nos lleva a navegar por las aguas del cantábrico y nos sumerge en el mar a través de sabores intensos y equilibrados, producto marino de calidad y platos de estética moderna sin renunciar a la tradición de la cocina asturiana. Sin duda, una experiencia que cautivará todos vuestros sentidos.
El pasado 28 de enero, celebramos el IV aniversario de la asociación Asturias Travel Bloggers de la cual somos socios. Lo hicimos de la mano de Gijón Turismo, que nos organizó una jornada de actividades y visitas por la ciudad de lo más interesante, donde aprendimos mucho y nos lo pasamos genial. Además, también contamos con la compañía de nuestro patrocinador Mondo. Las actividades se basaron en los principios de Gijonomía/Xixonomía, la campaña publicitaria turística más original hasta la fecha.
Experimento nº1:
8º principio: Geometría: “El área de un cachopo es igual a base por altura partido por dos”
En la escuela de cocina Kokomo nos enseñaron varias recetas típicas asturianas a través de un taller de cocina dinámico, divertido e instructivo. Hicimos tortos con picadillo, cachopo, merluza a la sidra y frixuelos. Pasamos una mañana de lo más entretenida con las manos en la masa y luego pudimos disfrutar allí mismo de los majares que habíamos cocinado nosotros mismos.
Experimento nº2:
9º principio: Protágoras: “Grandona es la medida de todas las cosas”.
La autora gijonesa Pilar Sánchez Vicente nos habló de la historia de Gijón en general y de Cimadevilla en particular a través de una visita por las calles de este este peculiar barrio. Pudimos conocer anécdotas, datos poco conocidos y pasajes históricos, así como fijarnos en algunos edificios y callejones peculiares.
Experimento nº3:
5º principio: Carnegie: “El secreto de tu éxito es rodearte de Gijón/Xijón”
En esta actividad tuvimos la suerte de contar con una visita guiada por la casa natal de Jovellanos, reconvertida en museo de arte pero que conserva algunas estancias y mobiliario original. Pudimos admirar obras de algunos autores asturianos como Nicanor Piñole y también el retablo del mar, una auténtica maravilla.
Experimento nº4:
2º principio: Termodinámica: “La energía ni se crea ni se destruye, se comparte”
En el Meidinerz Jazz Club nos sirvieron una cena de picoteo riquísima donde sin duda queda patente lo bien que se come en Gijón. Las tortillas estaban espectaculares, así como los quesos y la quiche de calabaza. Estuvimos pasando un rato agradable en un sitio de 10.
Experimento nº5
6º principio: Newton: “Todo cuerpo permanecerá en reposo a no ser por fuerza mayor”
En la parte de abajo del Meidinerz Jazz Club pudimos disfrutar de un concierto de jazz con versiones de temas muy bailables. La mitad del equipo se retiró al intermedio, ya que había sido un día muy intenso y nos faltaban las fuerzas, pero la otra mitad se quedó disfrutando de la dinámica noche gijonesa.
Por último, nos fuimos a descansar al hotel Blue Santa Rosa. Así poníamos fin a un aniversario para el recuerdo. ¡Muchas gracias, Gijón Turismo!
Aquí había otra introducción, pero la he borrado. Esto lo estoy redactando justo tras acabar de escribir este diario porque tengo tantos sentimientos y he derramado tantas lágrimas de felicidad al recordar este viaje… Era un sueño para nosotros, el destino más deseado y más perseguido. Esa utopía que parece que nunca llega, pero que un día se alinearon los astros y llegó. Y la disfrutamos como en nuestros sueños. En este diario van todos esos sentimientos, toda esa felicidad y todos esos recuerdos. Espero que disfrutes tanto leyéndolo como yo escribiéndolo y que puedas viajar al paraíso a través de mis palabras. Y recuerda que también tenemos otro artículo con consejos prácticos para viajar a Polinesia. Puedes leerlo pulsando aquí. Ia ora na!
DÍA 0: VUELO INFINITO
Después de pasar una noche en París, embarcamos en el viaje más largo que habíamos hecho en nuestras vidas. Nos esperan unas 20 horas de vuelo con tan solo una escala. Nuestro itinerario es París-San Francisco-Tahití. Volamos con la compañía French Bee, que podría considerarse de low cost. La verdad, el precio está genial en comparación con otras compañías.
El primer trayecto transcurrió sin incidentes. Fueron casi 11 horas en las que nos dio tiempo a ver un montón de pelis, dormir, comer, dormir otra vez, ver más pelis… Pero por fin, llegamos a San Francisco. Teníamos una escala de 2 horas y media y lo que no nos esperábamos era el follón que había en el aeropuerto.
Cola kilométrica para pasar aduanas, cola kilométrica para acceder a la puerta de embarque… Corre para aquí, corre para allá, necesitas una tarjeta naranja para embarcar… Suerte que lo reservamos todo con la misma compañía y era un vuelo de conexión, porque si no, lo habríamos perdido. Pero, en este caso, como éramos pasajeros en tránsito, nos esperaron. A todos, porque estaba medio avión atascado en las colas de los controles. Por fin embarcamos de nuevo en el avión, ya con destino definitivo Tahití.
Otro sueñecito, otra peli, comida, peli, sueñecito ¡Y llegamos a Tahití!
DÍA 1: LLEGADA A TAHITÍ
Polinesia está a 12 horas menos de diferencia horaria con España. Aterrizamos a las 5:00 hora local, es decir, a nuestras 17:00. El aeropuerto de Tahití es pequeñito, más pequeñito que el de Asturias incluso. El tejado está hecho de la paja típica y nada más bajar, notas que el aroma de la flor de tiaré lo impregna todo. El aire es cálido y suave. Empezamos a escuchar música de ukelele y voces cantando en polinesio una canción típica. Y es que a la llegada de cada vuelo internacional te recibe un grupo de música en la cola de aduanas. Nada que ver con lo visto en San Francisco.
La cola fue rápida, éramos pocos en el vuelo, así que recogimos las maletas y salimos sin problema. Había mucha gente esperando a otros pasajeros con collares de flores, que es la tradición, pero nosotros habíamos decidido llegar al alojamiento por nuestra cuenta, que sale más barato cogerte un taxi que el transfer que ofrecen.
Antes de coger el taxi, cambiamos dinero en la oficina de cambio del aeropuerto, que abre 3 horas antes de cada vuelo internacional y tiene la tasa de cambio oficial. También compramos unas tarjetas SIM locales de Vodafone.
Los taxis están aparcados justo a la salida del aeropuerto, fue fácil encontrarlos. Nuestra taxista iba ataviada con el pareo tradicional y con la flor de tiaré en el pelo. Le dimos la dirección de nuestro Airbnb y nos llevó sin problema.
Aún no me podía creer que estábamos allí de verdad. Estaba como en una nebulosa, no sé si por el sueño o la felicidad. Estaba amaneciendo y la silueta de la isla era ya imponente.
Llegamos al alojamiento, un Airbnb en Papeete, la capital de Tahití. Estaba a un kilómetro del centro y era una especie de resort con piscina y varias habitaciones, pero a escala familiar. Lo llevaba una pareja francesa de mediana edad muy amables y cercanos.
Nuestra habitación estaba lista según llegamos, así que dejamos las cosas y descansamos un rato, que vaya viajecito. El primer día lo planteamos como relax para adaptarnos al jet lag. Compramos cosillas en el súper para cocinar esos días en Tahití y nos relajamos en el alojamiento.
DÍA 2: CONOCEMOS PAPEETE, LA CAPITAL DE TAHITÍ
Después de un rico desayuno casero y de estilo bufé en el alojamiento, nos pusimos en marcha para conocer la capital de Tahití. Caminamos el kilómetro que nos separaba del centro y nos dirigimos a nuestra primera parada: el mercado tradicional de Papeete. Está dentro de un edificio y ocupa dos plantas. Es como cualquier mercado del mundo, lleno de puestecitos, de color y de vida. Puedes comprar de todo: frutas, pescados, cosméticos, pareos, aceite de monoï tradicional… ¡y perlas negras! Hay muchos puestos de joyería de perlas negras.
Te recomendamos que compres aquí tus souvenirs para amigos y familia, salen mejor de precio que en cualquier otro sitio e isla. Nosotros nos llevamos unas pulseras de perlas negras y aceite de monoï.
Luego, visitamos los parques de la ciudad, que están muy cuidados y tienen todo tipo de servicios, desde baños hasta mesas y casetas que puedes alquilar para hacer una merendola o lo que sea. Muchas zonas verdes que la gente aprovecha para echar la siesta, zonas de juego… La verdad, unos parques preciosos.
Nos sentamos un ratito en una caseta a la sombra para disfrutar de las vistas que la costa ofrecía. A lo lejos, veíamos Moorea, la siguiente isla que visitaríamos en unos días.
También visitamos la catedral de Papeete y comimos en una hamburguesería, que era lo único que encontramos abierto a esas horas.
Como broche final, visitamos el museo de la perla negra de Alex Wang. Toda una oda a esta joya tan importante en la cultura de polinesia. Tienen una tiendecita de “souvenirs” en la que el producto más barato cuesta unos 5000€…
Volvimos al alojamiento, hicimos la cena y a dormir, ¡que al día siguiente teníamos una actividad muy guay!
DÍA 3: EXPLORAMOS LOS VOLCANES DE TAHITÍ EN 4X4
Después de desayunar rico, rico en nuestro alojamiento, fuimos al punto donde habíamos quedado para que nos recogiera el 4×4. Cuando llegó, nos montamos en la parte de atrás descubierta con una chica de nuestra edad americana y una pareja mayor de franceses. Nada más verlos, supimos que habría buen rollo. No nos habíamos acabado de sentar y ya nos estaban preguntando de dónde éramos, nuestros nombres y presentándose.
Lo gracioso es que la chica americana solo hablaba inglés, la pareja francesa solo hablaba francés, yo hablo francés e inglés y Rodri solo habla inglés… Así que yo era la única que podía entender a todo el mundo. Sin embargo, al final del viaje, todos acabaron hablando con todos como podían. Lo dicho, si hay intención de comunicarse y buen rollo, se puede.
Después de las presentaciones, iniciamos el viaje hacia el interior de la isla. Dejamos la costa atrás y nos adentramos en la parte más salvaje de Tahití: el cráter de su volcán. Tahití es la isla más joven de Polinesia, por eso es la más grande. Al ser islas volcánicas, surgen de la explosión y con el paso de los años, se van hundiendo poco a poco, centímetro a centímetro. Por eso la mayoría de estas islas no tienen montañas altas o son directamente atolones. En cambio, Tahití luce un escarpado relieve muy característico y una vegetación exuberante.
En las distintas paradas que fuimos haciendo, vimos cascadas (¡muchas!), flores de todo tipo, orquídeas salvajes, lagos, cruzamos ríos, nos bañamos en una poza… Un verdadero paraíso que recuerda mucho a Hawaii. También el clima es distinto de la cosa: mucha más humedad, olor a vegetación fresca y lluvias ocasionales. ¡Hasta vimos el arcoíris sobre el volcán!
Llegamos a estar dentro del enorme cráter del volcán que originó Tahití, que es impresionante. El volcán actualmente ya no está activo, así que no conlleva peligro. Sin embargo, tened en cuenta que las carreteras por las que pasamos son MUY empinadas y tienen MUCHOS baches. Si tienes problemas de espalda o cuello, no sé si es lo más indicado. De hecho, yo me caí (pero no me hice daño) encima de la chica americana porque pillamos un bache grande.
A pesar de esto, merece infinitamente la pena. Lo que vimos nos dejó impactados, tanta belleza, tanta naturaleza exuberante y magnífica… Sin duda, lo más bonito de todo Tahití y por lo que merece la pena quedarse un día extra en esta isla, que suele ser solo de paso para los viajeros que se van a zonas más turísticas. De verdad, vale la pena.
Lo único que no nos gustó fue donde nos llevaron a comer. Un restaurante en medio de la nada donde paran todas las excursiones. El trato fue bastante malo, estuvimos literalmente hora y media esperando para que nos atendiesen y al final nos sirvieron un menú de arroz blanco aplastuchado y unas espinacas hervidas… Fatal.
Después de un día increíble recorriendo volcanes y viendo las maravillas naturales de Tahití, volvimos al alojamiento para cenar y acostarnos. ¡Al día siguiente cambiábamos de isla! Siguiente parada. Moorea.
DÍA 4: LLEGADA A MOOREA
Cogimos el ferry Aremiti 6 sobre las 10:00 de la mañana. Tardaba escasos 30 minutos en cubrir los pocos kilómetros que separan estas dos islas y en el trayecto pudimos ver delfines jugueteando con las olas que levantaba el barco. Todo un preludio de lo que nos esperaba.
En el muelle, nos fue a recoger la chica de nuestro Airbnb y antes de llevarnos a nuestro alojamiento, nos hizo una pequeña ruta en coche por la costa y nos llevó a un mirador espectacular donde por primera vez nos dimos cuenta de la belleza real de esta región tan remota del mundo. Desde lo alto de una colina pudimos apreciar el mar más bonito que hayamos visto en la vida.
Protegida por una barrera de coral, la isla de Moorea cuenta a su alrededor con una laguna de agua de un turquesa intenso en la que habitan tiburones, rayas, mantarrayas, tortugas y un sinfín de peces de colores. Y eso precisamente estábamos observando. Una vista que te encoge el alma y te deja sin aliento. Alguna lagrimilla se nos escapó al darnos cuenta de que estábamos ahí de verdad, que no era un sueño, que teníamos esa imagen delante y era real.
Las olas rompían a lo lejos, a unos 500 metros de la costa, sobre la barrera de coral. Más allá, el agua pasaba de turquesa a azul marino limpio y los delfines seguían surcando las olas. Detrás, Tahití, con su imponente volcán.
Después de sacar fotos de aquella maravillosa vista, llegamos al alojamiento y nos explicaron todas las actividades y sitios de interés. La verdad es que fue de gran ayuda para poder decidir qué queríamos hacer, ya que íbamos sobre la marcha. Le pedimos que nos reservase una excursión con kayaks transparentes para ver rayas y tiburones y una clase de danza. Una pena que la profe de danza no estuviese disponible…
Cuando acabamos, nos vino a recoger el del coche de alquiler (sí, nos recogió en el alojamiento) y nos llevó a la oficina. Las chicas del alojamiento nos habían gestionado todo el tema del coche, fue comodísimo. Fue pagar y listo. Ya teníamos coche para explorar la isla. Estuvimos recorriendo parte de la costa ese día, paramos a comer en una pizzería y seguimos explorando otro poquito.
No podíamos creernos lo bella que era Moorea. Laguna turquesa, barrera de coral, playas de arena blanca y una parte de selva alrededor de su precioso y escarpado volcán, el monte Rotui.
Decidimos ir a ver el atardecer a la costa oeste de la isla, a 20 minutos más o menos de nuestro alojamiento, y menudo espectáculo y explosión de colores… Luego, volvimos al alojamiento para cenar y descansar y así reponer fuerzas para conocer más de la isla al día siguiente.
DÍA 5: PLAYAS DE MOOREA
Nos levantamos tranquilamente porque este día lo teníamos planeado de playa. Relax bajo las palmeras en la arena blanca y dejándonos acariciar por las aguas turquesas. Además, queríamos practicar bien a usar las gafas de buceo y la cámara acuática. No, nunca habíamos hecho snorkel… Somos más bien terrestres.
Moorea tiene dos playas públicas importantes, la de Tiahura en la costa oeste y la de Temae, en la costa norte. Visitamos las dos el día anterior de pasada y decidimos ir a la de Temae por ser la más espectacular. Es donde el agua es más turquesa y hay más arena, la otra es más recogidita y no tiene aguas turquesas. Por el contrario, el atardecer se ve espectacular.
Hemos de decir que a pesar de ser temporada alta, las playas no están masificadas. Estábamos en la playa más bonita de la isla prácticamente solos. Tampoco hay chiringuitos ni servicios ni nada. Es salvaje, como nos gusta. En la parte derecha del todo hay un murito que la separa de la playa privada de un hotel.
Cogimos las gafas y nos metimos al agua. Y de repente, pum. ¡UNA RAYA! Una raya enorme nadando a nuestro lado. Así, sin previo aviso, sin buscarlo ni nada, a escasos metros de la orilla. Nervios, emoción, estupefacción y mucha mucha felicidad por poder observar sin planearlo a un ser tan maravilloso y elegante. A pesar de los nervios, conseguimos grabarla, nadar a su lado y observar la majestuosidad de sus aleteos. Una experiencia que no olvidaremos por lo bonito e inesperado que fue. Esa tarde vimos más rayas, peces de colores, corales y un océano inmenso y precioso.
Cuando bajó el sol, buscamos un lugar para ver de nuevo otro precioso atardecer. Encontramos de camino a casa un pequeño pontón y ahí nos afincamos para ver otra puesta de sol de película, de naranjas iridiscentes y morados con toques rosas. Cuando anocheció, volvimos al alojamiento para cenar y nos quedamos hablando sobre todo lo que habíamos visto, sentido y vivido ese día.
Esa noche, llegó otra pareja joven al alojamiento. Solo había dos habitaciones alquiladas, la nuestra y la suya. Rodri coincidió con ellos en la zona común yendo a la nevera a por zumo y me dijo que habían llegado, pero yo no los vi.
En fin, nos fuimos a dormir listos para vivir más experiencias alucinantes en esta paradisíaca isla.
DÍA 6: TODO SALE MAL
Nos levantamos con mucha ilusión para hacer una excursión con kayaks transparentes y ver tortugas, rayas, tiburones y fauna marina. Llegamos al punto de encuentro y la chica de los kayaks nos dice que hay unas corrientes tremendas y que es probable que no veamos nada y que ni si quiera consigamos llegar… Pero que podemos intentarlo. En nuestro grupo venía una pareja mayor, una chica y su hija. Todos decidimos tirar para delante aún sabiendo que quizás no podríamos ver nada porque, bueno, los kayaks transparentes ya eran una experiencia chula en sí y nosotros nunca habíamos hecho kayak, así que nos atrevimos.
Efectivamente, nada más subirnos ya vimos que la corriente era fuerte y que era complicado moverse. Estuvimos un ratito remando a contracorriente para mantenernos estáticos y poder ver las tortugas, pero con semejante mar ni una salió. La chica nos llevó a todos a un motu (islote) para hacer snorkel por la barrera de coral y tomar un refrigerio. Allí nos dijo que iba a cancelar el resto de planes de la excursión porque la habían avisado de que Moorea estaba en alerta roja por fuertes corrientes y veía imposible seguir con el plan.
Llamó a una barca para que se llevase a la familia que venía en nuestro grupo y a nosotros nos dijo que nos veía jóvenes y sanos y que podríamos volver remando con ella…No lo teníamos nada claro, pero bueno, qué íbamos a hacer…
Nos dijo que sería complicado, que era muy cansado y puede que nos rindiésemos y no llegásemos, que tardaríamos horas… Y a nosotros, la verdad, nos encantan los retos, así que estábamos nerviosos pero dispuestos a comernos el mundo.
Ella iba sola en un kayak, remolcando otros dos kayaks vacíos, y nosotros íbamos juntos en uno doble. Nos pusimos a remar como locos, sin parar, sin respirar, sin rendirnos, sin parar de luchar contra una corriente que, como te distrajeses un momento, te llevaba al otro lado de la isla en un periquete. Era muy fuerte, es cierto.
Peeeeero ¡lo conseguimos! Llegamos a la orilla desde el islote y le ayudamos a la chica a guardar los kayaks otra vez. Cuando acabamos, decidimos ir al alojamiento a ducharnos, comer y descansar porque vaya paliza a remar que nos metimos. Pero, eh, para ser nuestra primera vez y enfrentarnos a semejante aventura, lo hicimos muy bien.
Ese día acabamos agotados así que fuimos a comer al alojamiento y luego, directos a la playa a relajarnos. Ese día no hicimos nada más, la verdad.
DÍA 7: NADAMOS CON TIBURONES Y RAYAS
Después del fiasco del día anterior con los kayaks, decidimos volver a intentarlo. Esta vez, alquilamos uno doble por nuestra cuenta desde un sitio más cercano al punto donde se ven los tiburones y para allá que fuimos. La corriente aún era fuerte, pero en poco más de 15 minutos remando (con fuerza), conseguimos llegar. Atamos nuestro kayak a una bolla y… ¡tiburón! ¡Y otro! No eran para nada pequeños como imaginábamos… Eran tamaño persona como mínimo, algunos hasta dos metros. Desde el kayak se veían perfectamente porque el agua era transparente.
Eran tiburones de punta negra, que no son agresivos. En Polinesia es muy habitual nadar con ellos pero claro, manteniendo siempre una distancia y sabiendo que aunque no sean agresivos son animales salvajes con tres filas de dientes capaces de arrancarte la cabeza si quieren. Y nada, pues nos bajamos del kayak. XD
La verdad, estábamos un poco acojonados porque íbamos sin guía ni nada y estábamos solos. Y si ya da impresión verlos desde el kayak, en el agua ni te cuento. Y debajo del agua con las gafas, más. Se nos helaba la sangre cada vez que pasaba uno. No había muchos, pero cuando nadaban a tu lado o los veías aparecer era como “dkl2jelk2ebjebjedbhd”. Se detenía el tiempo, se paraba el corazón. ¿Pero sabéis qué? Fue la experiencia más alucinante que vivimos, la verdad. Al nivel de cuando llegamos al Campo Base del Everest. Una sensación de epicidad y una descarga de adrenalina que no se puede explicar. Tener a esos animales a tu lado, dejándose ver con indiferencia, tolerando tu presencia… No sé, no puedo describirlo, de verdad. Y eso que había pocos tiburones, unos cuatro o cinco.
Por otro lado, también había rayas. Enormes, por cierto. Son supermonas, de verdad. Son juguetonas y ellas sí que se te acercan, de hecho, algunas te rozan. Son muy majas. Tras un tiempo prudencial, volvimos al kayak y remamos de vuelta.
Después de comer, fuimos otro ratito a la playa de Temae y luego, a buscar otro punto para ver un nuevo atardecer de película. Encontramos una palmera a la orilla del mar muy fotogénica y allí nos pusimos a sacar fotos y vídeos. A unos metros, en la montaña, veíamos un helicóptero con un foco buscando exhaustivamente por la montaña. Nos dio bastante mal rollo, la verdad…
Cuando volvimos al alojamiento después del anochecer, nos encontramos un ambiente muy tenso y nervioso… Nos dijeron que el chico de la otra habitación había salido esa mañana a hacer trekking solo y no había vuelto, que la chica había denunciado la desaparición sobre las 14:00 y que llevaban buscándolo desde entonces… Policía, bomberos, patrullas, equipos de montaña… A él era a quien buscaba el helicóptero que vimos.
Se nos quedó un malcuerpo tremendo, una sensación horrible y nos fuimos a nuestra habitación deseando de verdad que lo encontrasen y que estuviese bien… Dormimos a duras penas, un poco pendientes de todo lo que estaba pasando.
DÍA 8: CONOCEMOS EL INTERIOR DE MOOREA
Nos despertamos sin noticias de nuestro vecino pero sabiendo que seguían buscándolo y poniéndonos a disposición si necesitaban cualquier cosa, lo que fuese. Pero poco se podía hacer más que esperar a que los cuerpos y fuerzas de rescate lo encontrasen.
Decidimos seguir con nuestras actividades y fuimos a conocer el interior de la isla. Hay muchísimas rutas para hacer, desde nivel iniciación hasta nivel experto. Con el calor y la humedad que había, nos decantamos por una ruta fácil y cortita, de unos 40 minutos. Para hacerla, había que subir en coche al mirador del Belvedere, desde donde se puede observar el monte Rotui en todo su esplendor. Una maravilla, la verdad, porque además se ven las dos bahías a cada lado.
La ruta iniciaba desde el parking del mirador y pasaba por entre helechos y árboles centenarios. Las raíces lo ocupaban todo e íbamos con mucho cuidado para no torcernos un tobillo (ejem…).
Después de hacer la ruta y sudar como pollos, bajamos un poquito porque de camino al mirador habíamos visto que había unos restos arqueológicos de antiguos templos y construcciones polinesias. Las ruinas y restos de estas construcciones antiguas se llaman “maraes”. Están en mitad del bosque, bien señalizadas y son de acceso gratuito.
Tienes carteles que te van explicando qué es cada cosa. Hay desde plataformas para arqueros hasta templos sagrados. Hay uno dedicado a las mariposas, ya que los antiguos polinesios creían que el conocimiento transformaba a una persona ignorante (crisálida) en mariposa.
Comimos unos bocadillos y de camino de nuevo a la costa vimos plantaciones de piñas. La piña es la fruta más consumida en Moorea y de producción local. No es la piña normal que conocemos, es una que solo se da allí. A mí no me gusta la piña, pero esta no estaba mal.
Esa tarde teníamos que devolver el coche de alquiler a las 18:00, pero la puesta de sol era a las 17:30 así que buscamos un lugar cerca de la empresa para ver el atardecer. Esta vez no fue tan espectacular, porque estaba medionublado, pero bueno, fue agradable estar un ratito a la orilla del mar.
Después de caer el sol, cogimos el coche para ir a devolverlo. Mientras esperábamos al señor y en un traspiés de lo más tonto… me torcí el tobillo. Pero bien, además. En cuanto caí al suelo supe que como mínimo era un esguince. Esa mañana habíamos estado haciendo trekking con todo el cuidado del mundo y ahora voy y me hago un esguince de la forma más absurda posible, devolviendo un coche de alquiler.
El señor nos llevó al alojamiento y mientras yo me tumbaba en la cama, Rodri fue a pedirles vendas y hielo a nuestros anfitriones, que seguían preocupados por el chico desaparecido.
De repente, llega Rodri a la habitación no solo con vendas y hielo, sino con todo un botiquín y ¡UN MÉDICO! Resulta que esa noche habían entrado más huéspedes y uno era médico. Tuve suerte, la verdad. Me examinó bien el pie y me diagnosticó, efectivamente, esguince. Me dio pomada, un gel de estos que se mete en la nevera para ponerte frío y me recomendó que tuviese la pierna en alto tanto como pudiese.
¿Lo bueno? Podía caminar. Cogeaba un poco, pero caminaba decentemente y sin demasiado dolor. Así que salimos a la cocina común para hacer la cena. Le tocaba a Rodri cocinar, yo estaba convaleciente…
No habíamos tenido tiempo de preguntar si habían encontrado al chico, así que le pregunté a nuestra anfitriona y nos dijo que sí… Pero que estaba muerto. Ufff… Se nos encogió el corazón de verdad… Su mujer ahora estaba sola al otro lado del mundo (era rumana) y tenía que gestionar la pérdida de su marido con todo lo que eso conlleva. Trámites, burocracia, autopsia, repatriación del cuerpo… Sola. Y con un trauma y un dolor inmensos. La escuchamos llorar y se nos partía el alma.
Con el corazón en un puño, fuimos para la habitación para no molestar demasiado. Al día siguiente dejábamos la isla y nos íbamos para nuestra siguiente parada. Nos abrazamos toda la noche.
DÍA 9: LLEGAMOS A RAIATEA
Esa mañana, nuestra anfitriona nos llevó a nosotros y a la chica rumana al ferry para volver a Tahití. Nosotros debíamos coger desde allí un avión a Raiatea y la chica rumana debía quedarse en Tahití para hacer todas las gestiones y la autopsia.
Llegamos al puerto, nos despedimos de la anfitriona y nos montamos los tres en el ferry. Fuimos todo el camino hablando con la chica rumana, intentando consolarla. Estaba rota, lloraba… Qué dolor. No puedo ni ponerme en su piel. Nos contó que tenían dos niños pequeños, que ahora tendría que mudarse con sus padres, que se iban a comprar una casa pero ya no puede ser…
Ahora, pasados casi dos meses, hemos vuelto a tener noticias suyas. Está tirando para delante, se mudó con los niños a casa de sus padres y está gestionando las cosas como puede. Esperamos de verdad que le vaya bien y que le pase todo lo bueno del mundo.
En fin, desde el puerto nosotros cogimos un taxi al aeropuerto y tras pasar los minicontroles de seguridad, embarcamos en el avión para Raiatea. El vuelo dura apenas 25 minutos y las vistas son ALUCINANTES. De verdad, ¿cómo puede ser todo tan sumamente bonito?
Después de aterrizar, recogimos las maletas y buscamos el taxi que venía a recogernos. Taxi Warren, toda una institución en la isla. Primero, nos pasó por el supermercado para que pudiésemos hacer la compra para esos dos días y luego ya nos llevó a nuestro alojamiento.
Nos quedábamos en una casa en la playa muy chula, con un porche que daba al mar directamente. El plan para esos dos días era relax, lo cual le venía genial a mi pie. Pasamos la tarde charlando y tomando algo en el pontón de la casa. Al estar en la costa oeste de la isla, desde ahí veíamos unos atardeceres de película.
DÍA 10: AL SOL Y AL MAR
Nos despertamos sin prisa, con el sonido del mar y los rayos del sol. Día de relax absoluto. Queríamos haber cogido unos kayaks para llegar hasta un motu cercano, pero esa parte de la costa no tenía barrera de coral. Era mar abierto y estaba bastante picado, así que lo descartamos al ver las enormes olas.
Simplemente pasamos el día tostándonos al sol o refrescándonos, charlando y disfrutando de un día sin prisas. Al día siguiente ya dejábamos la isla. Realmente, solo estábamos de paso para ir a su isla vecina, Taha’a.
DÍA 11: JARDÍN DE CORAL DE TAHA’A
Muy por la mañana, Taxi Warren nos estaba esperando para llevarnos al puerto y desde allí coger un barco a Taha’a. La isla está a escasos 15 minutos en barco de Raiatea y es muy pequeñita, nada turística, pero tiene el jardín de coral más impresionante de todo el archipiélago. Y nosotros lo sabíamos, así que queríamos visitarlo.
En el barco éramos los únicos turistas. Como te digo, es una zona más salvaje. El alojamiento que cogimos en Taha’a (hay muy pocos) está ubicado justo enfrente del jardín, a unos 30 minutos en kayak (ufff…) Nos mandaron a una familia a recogernos y llevarnos al alojamiento. Allí no hay taxis, directamente te llevan familias que tienen que pasar por allí para hacer algún recado o algo. Así se sacan un dinerillo.
Solo hay dos carreteras en toda la isla, una que bordea la costa y otra que la cruza de este a oeste. A medida que nos vamos adentrando en esta última, vemos que igual nos habría hecho falta otro día más allí para poder conocer el interior, que parecía salvaje y precioso.
Llegamos al alojamiento y nos recibieron los anfitriones, muy amables. Nos alojábamos en unos bungalows en la costa enfrente del jardín de coral. Teníamos a nuestra disposición kayaks gratuitos para cruzar. Dejamos las cosas en la habitación, comimos unos bocatas y cogimos los kayaks.
Parecía que estaba cerca, pero pfff… Media horita remando. Suerte que no había mucho oleaje ni corriente. Era factible, pero llegamos agotados al motu donde estaba el jardín de coral. Después de explorar un poco el motu, nos pusimos las gafas y a nadar entre corales.
La verdad es que mereció la pena el esfuerzo. Era una maravilla. Agua transparente, corales de colores, peces tropicales, almejas azules y rosas… Una locura. Nunca habíamos visto nada así. Su fama es totalmente merecida. Estuvimos varias horas contemplando esta belleza submarina, hasta que tocó volver porque iba a oscurecer. Otra media horita remando para volver, pero ya con todo el ánimo de saber que es posible.
Nos quedamos contemplando la puesta de sol desde una ubicación privilegiada y luego, a cenar y a dormir. Al día siguiente… ¡nos íbamos a Bora Bora! Aunque como digo, no nos habría importado quedarnos un día más para explorar el interior de Taha’a.
DÍA 12: LLEGADA A BORA BORA
Los dueños del alojamiento donde nos quedamos en Taha’a nos gestionaron todo para volver a Raiatea y coger nuestro vuelo a Bora Bora. Primero, nos recogió una familia local que iba para el puerto. Allí cogimos el barco de vuelta a Raiatea y en el puerto de Raiatea otra familia nos llevó al aeropuerto.
Embarcamos para Bora Bora y en poco más de 15 minutos ya estábamos divisando desde el aire la isla. No os hacéis a la idea de lo bonita que es. Nunca habíamos visto algo tan espectacular y la verdad es que te deja sin aliento.
Al aterrizar, cogimos las maletas y fuimos a buscar el barco gratuito que te lleva desde el aeropuerto, situado en un motu, hasta la isla principal. Es muy sencillo, es el barco más grande de los que hay, aparcado al fondo. No tiene pérdida.
Sale en cuanto se llena y te deja en el puerto principal. Allí nos recogía nuestra anfitriona. Decidimos quedarnos 3 días en un Airbnb normalito para conocer la isla y otros 3 en un bungalow de lujo sobre el agua sin salir del resort para disfrutarlo bien, que con lo que cuesta es para encerrarse allí y no moverse.
Nuestra anfitriona fue muy amable y en un periquete nos gestionó las dos excursiones que nos interesaba hacer: una lancha privada para explorar la laguna y nadar de nuevo con tiburones y rayas y un tour en 4×4 por la isla para explorar su interior.
Este primer día nos lo dejamos libre para explorar a pie (dentro de lo que el tobillo me dejaba) el pueblo y la costa. Realmente, el pueblo era una extensión de casas diseminadas por la costa y un poco más de movimiento alrededor del puerto, donde se encuentran bancos, restaurantes y un pequeño centro comercial. Comimos por esa zona y después de visitar un poco los alrededores y comprar víveres en el supermercado, fuimos a buscar un punto para ver el atardecer. Lo encontramos caminando hacia el oeste de la isla.
Después de otra puesta de sol mágica, volvimos al apartamento para cenar y descansar.
DÍA 13: EXPLORAMOS LA LAGUNA DE BORA BORA
Ese día, una lancha privada solo para nosotros con su capitán y todo nos recogía al pie del alojamiento para pasar una jornada explorando la laguna, la más impresionante que vimos hasta el momento.
El capitán era un señor polinesio muy afable que hablaba bien inglés y bastante bien español. Nos ofreció agua, cerveza, toallas… ¡De todo!
La primera parada fue el punto donde se concentran los tiburones y las rayas. Antes de meternos al agua, los vimos desde el barco y madre mía, ¡había MUCHOS! Muchos más que en Moorea. Había, no sé, ¿30? ¿40? ¿50? Grandes, grises, amarillos… Además, éramos los únicos en aquel momento, así que captábamos toda su atención.
Nos metimos al agua y las enormes rayas empezaron a revolotearnos alrededor, jugueteando, rozándonos, pasándonos por encima. Es un tacto super raro, gelatinoso, pero suave. La cola raspa, eso sí.
Por su parte, los tiburones se mantenían a unos dos metros, peeeeero nos rodeaban sin parar. ¡Eran tantos! No puedo describir lo que sentíamos, una mezcla de adrenalina, miedo y placer, emoción y escalofríos. Ya habíamos nadado con tiburones, ¡pero no con tantos! Era abrumador ver literalmente un muro de tiburones a tu alrededor.
Estuvimos una hora o así solos con ellos, nadando, buceando y disfrutando, hasta que empezaron a llegar más barcos. Entonces, volvimos a subir al barco y nos fuimos al siguiente punto.
La siguiente parada fue el jardín de coral de Bora Bora, con una profundidad de unos 4 o 5 metros. Nos pusimos las gafas y fuimos nadando hasta el punto concreto. Vimos infinidad de peces de colores, corales preciosos ¡y hasta una morena! Nunca habíamos visto una. Creo que dan más mal rollo que los tiburones, la verdad…
Después de estar un rato contemplando las preciosas vistas en los corales y los peces de colores, volvimos al barco para dar una vuelta a la isla. Sin embargo, la lluvia tenía otros planes. Allí el tiempo cambia con mucha facilidad y hasta en la época seca puede lloverte, de ahí que sean islas tan verdes. Nos calló un buen chaparrón y el capitán nos llevó a un motu a refugiarnos.
Exploramos el motu mientas el capi intentaba hacer fuego, porque hacía algo de frío, pero fue imposible. Llovía de lado y encima hacía viento. Nos quedamos media hora o 45 minutos refugiados y cuando escampó un poco, volvimos al barco.
Nos llevó a recorrer la laguna y fuimos viendo diferentes puntos interesantes, resorts, puertos y pueblos. Llegamos al hotel empapaditos así que nos dimos una ducha de agua caliente y comimos tranquilamente. Ese día no salimos más porque no dejó de llover.
DÍA 14: EXPLORAMOS BORA BORA EN 4X4
Al día siguiente, el tiempo se había calmado y el sol volvió a salir. Un 4×4 nos recogió a la puerta del alojamiento para explorar el interior de la isla. Esta vez, no era una excursión privada. Iba también una familia americana que no nos dirigió la palabra en todo el día…
Sin embargo, el guía era muy majo y un cachondo, muy bromista y divertido. Pusimos rumbo al primer punto a visitar, un taller artesano de pareos. Los pintan a mano y la verdad es que son auténticas obras de arte.
El segundo punto que visitamos fueron unos cañones americanos de la Segunda Guerra Mundial. Los americanos asentaron allí sus vigías estratégicamente y subieron hasta lo alto de la montaña cañones enormes. La verdad, no sé cómo, porque la carretera era tan empinada que asustaba incluso en el 4×4.
Después, seguimos la carretera hasta un mirador desde el cual se divisaba toda la isla. Aguas azules, turquesas, verdes… ¡Alucinante! Después de sacarnos unas fotos y disfrutar de las vistas, volvimos a bajar para dar una vuelta a la isla y observar el volcán Otemanu (pájaro del sol), que es el que le dio nombre a la isla.
Y después, volvimos al hotel. La verdad, el interior de la isla no tiene mucho misterio, es pequeñita y no es tan llamativo como el interior de Tahití, que era espectacular. Lo bonito de Bora Bora es su laguna, sin duda, la más espectacular de todas las islas que visitamos con diferencia.
Llegamos al alojamiento, comimos, descansamos un poco y salimos de nuevo a ver el atardecer. Después, cenamos en una roulotte (foodtruck) cerca de nuestro alojamiento y volvimos para descansar y dormir. Al día siguiente venía uno de los platos fuertes del viaje, algo con lo que llevábamos años soñando hacer.
DÍA 15: ¡NOS VAMOS AL BUNGALOW OVERWATER!
Hoy íbamos a cumplir un sueño, alojarnos en un lujoso bungalow sobre el agua en uno de los resorts más exclusivos del mundo, el Intercontinental Le Moana de Bora Bora. ¡Y durante tres noches!
Nuestra anfitriona fue muy amable y nos llevó de forma gratuita al Intercontinental. Allí nos recibieron con unos embriagadores collares de flores tiare y una corona de flores preciosa, además de un coctel de bienvenida y muchas sonrisas. Cogieron nuestro equipaje, nos hicieron un tour por el resort y finalmente, nos llevaron a nuestro bungalow, el mejor de todo el resort. Un bungalow sobre el agua con vistas a la laguna, al mar y al volcán en la punta del pontón. Espectacular, con todo el lujo de un resort de ese calibre, con terraza, solárium y hasta nuestro propio pequeño puerto. Y algo alucinante: ¡la mesa del salón era de cristal y veías el fondo del mar! Nos quedábamos tontos viendo los corales y los peces.
Sin duda, es un paraíso. Después de explorar bien todo el bungalow y hacer videollamada con nuestras familias para enseñárselo, fuimos a comer al restaurante del hotel, ubicado en una playa privada. Comimos muy bien y después, a tomar el sol toda la tarde, a sacarnos fotos y disfrutar de ese paraíso.
Por la noche, cenamos en el restaurante del hotel. Ya os decimos que estos tres días no salimos de allí, pero hicimos muchas actividades y vivimos experiencias únicas.
DÍA 16: LUJO EN EL INTERCONTINENTAL LE MOANA
Nos despertamos en el paraíso. Unas vistas increíbles nos dieron los buenos días. El mar transparente bajo nuestro bungalow, el sol, la brisa… La calma de un día más sintiéndonos reyes.
Este día lo teníamos planeado de relax. Nos levantamos prontito para ir a desayunar el impresionante bufete continental del hotel y después, a tomar el sol toda la mañana en la terraza de nuestro bungalow hasta la hora de comer.
Después de comer, pues a tomar el sol otra vez en la playa, a saca fotos, a divertirnos explorando el hotel y a disfrutar de unos merecidos días en el paraíso.
Pero para más lujo, esa noche decidimos reservar una cena romántica privada en la playa del hotel. Nos prepararon un menú digno de los dioses y nosotros nos arreglamos acorde a la ocasión. De hecho, yo me había llevado mi segundo vestido de novia (más manejable que el vestido principal) así que me lo puse. Y Rodri estaba guapísimo con su camisa blanca de lino.
Cuando llegamos, nos esperaba una mesa preciosa a la orilla del mar, decorada con flores y velas, sin nadie alrededor, solo nosotros y nuestro camarero, que se retiraba prudentemente después de servirnos cada plato.
Foie francés, gambones, atún rojo local, pescado de la laguna, un solomillo delicioso y un postre que volvería locos a los más golosos. Fue un festín en toda regla, acompasado por el vaivén de las olas y el olor de las flores. Una noche que nunca olvidaremos.
DÍA 17: PARAÍSO EN LA TIERRA
Otro despertar en el paraíso. En este caso, nos esperaba un desayuno MUY especial. Los huéspedes que se alojan en los bungalows sobre el agua de la punta del pontón pueden disfrutar de un desayuno en canoa.
A la hora concertada, vimos aparecer por la laguna una canoa preciosa decorada con flores en la que traían nuestro desayuno, un desayuno espectacular que pudimos disfrutar cómodamente y sin prisas en nuestra terraza. Había de todo, menudo banquete. De hecho, nos sobró bastante como para comer así que lo guardamos para luego.
Disfrutamos tomando el sol en nuestra terraza, nos bañamos bajo nuestro bungalow y exploramos los corales y peces que había por la zona. Es genial tener días de relax en los viajes, porque siempre vamos a mil y es importante para descansar y desconectar.
Comimos las sobras del desayuno, más que suficiente y luego, nos fuimos a la playa del hotel a seguir tomando el sol, sacarnos más fotos y bañarnos. Se nos ocurrió pedir la canoa que habían utilizado para llevarnos el desayuno para grabar algún vídeo, porque estaba preciosa decorada, pero madre mía, qué difícil es de manejar… Fue muy divertido, eso sí.
Esa noche también teníamos un plan especial: cena con espectáculo de danza polinesia tradicional. Yo practiqué muchos años el Ori (danza polinesia) en Gijón, así que estaba deseando poder ver un espectáculo aquí. Se hacía en nuestro hotel, acompañado de una cena estilo bufet libre pero de superlujo. No os digo más que en el bufet había ostras… En Europa cuestan unos 6 o 7 euros la pieza en cualquier restaurante, aquí podías coger todas las que quisieses. Vamos, que aunque había un montonazo de cosas ricas donde elegir, yo cené solo ostras. XD
Nosotros teníamos una mesa reservada en primera fila para ver el espectáculo y mereció la pena. Los bailarines y bailarinas eran espectaculares y nos gustó muchísimo, era hipnótico. En un momento dado, sacaban a gente del público a bailar para hacer el tonto. Una bailarina me sacó a bailar y claro, lo que menos se esperaba ella es que yo supiese bailar Ori. Se sorprendió mucho y cuando acabó la parte de bailar con el público, me dijo que me quedase con ella a bailar una canción y… ¡madre mía! Qué experiencia tan bonita. Poder bailar en Bora Bora con una bailarina de Ori profesional… ¡Un sueño!
Al acabar, nos hicimos alguna foto con ellos y nos volvimos al bungalow a procesar todo lo que estábamos viviendo. Qué felicidad, de verdad.
DÍA 18: SE ACABA LO BUENO
Tras otro despertar en el paraíso, tocaba hacer la maleta, esa tarde nos volvíamos para Tahití, ¡se acababa nuestro viaje! Nos tumbamos a tomar el sol en nuestra terraza hasta el check out y después, dejamos nuestro equipaje para que nos lo guardasen mientras nosotros disfrutábamos del resort hasta la hora de nuestro vuelo.
Decidimos coger el transfer directo desde nuestro hotel al aeropuerto, que costaba una pasta pero nos ahorraba muchos dolores de cabeza. A la hora acordada, el barco nos estaba esperando. Tocaron la caracola para despedirnos y pusimos rumbo al aeropuerto de Bora Bora.
El proceso de embarque fue rápido y antes de darnos cuenta, ya estábamos volando rumbo a Tahití. Allí cogimos un Airbnb cerca del aeropuerto, sencillo pero bien cuidado. Nuestra anfitriona era muy amable y nos hizo sentir como en casa.
Nos habíamos cogido cena en el Mcdonalds del aeropuerto, ya que en los alrededores del alojamiento no había nada para cenar, así que cenamos y a dormir, que tocaba madrugar para coger el vuelo al día siguiente… ¡Esto se acaba!
DÍA 19: VUELTA A CASA
Nuestra anfitriona nos llevó al aeropuerto de madrugada, sobre las 5. Y nada, cogimos el avión con la misma aerolínea y ruta que para venir. Tahití-San Francisco-París, con las mismas colazas en San Francisco para los controles y el mismo estrés para no perder el vuelo de conexión.
Se había acabado un viaje inolvidable, el viaje de nuestras vidas, el destino más soñado de nuestra vida, el más lejano también. Habíamos visto, vivido y hecho cosas increíbles… Nadamos entre más de 40 tiburones, jugamos con rayas, vimos jardines de corales increíbles, peces de colores, volcanes, ruinas ancestrales y aguas turquesas, lagunas infinitas… Y vivimos tres días de lujo que sin duda nos merecíamos.
No hay palabras para describir todo lo que sentimos y aún ahora nos parece un sueño, un recuerdo inolvidable que quedará para siempre grabado en nuestros corazones y que nos tiene soñando con volver algún día a ese recóndito lugar del mundo tan conectado con el paraíso.
Y recuerda que también tenemos otro artículo con consejos prácticos para viajar a Polinesia. Puedes leerlo pulsando aquí.
La Polinesia Francesa siempre ha sido un sueño viajero que, por h o por b, siempre se nos escapaba. Pero por fin este año hemos podido hacer realidad nuestra mayor ilusión: visitar este paraíso de aguas turquesas y volcanes. Si tú vas a cumplir este mismo sueño pronto, esto te interesa, ya que no existe mucha información para visitar esta región. ¡Sigue leyendo para poder organizar un viaje al mundo perdido: la Polinesia Francesa! Te damos consejos generales y consejos específicos para cada isla que visitamos, así como una lista con los hoteles y alojamientos en donde nos quedamos y las empresas con las que hicimos excursiones. Y en este enlace puedes leer nuestro diario de viaje, con un itinerario completo y detallado.
¿CUÁNDO IR?
Polinesia tiene dos estaciones: la seca, que va desde mayo hasta octubre, y la húmeda, desde noviembre hasta abril. Debes tener en cuenta que en la estación seca también llueve, aunque mucho menos que en la húmeda, pero puede ser que algún día te caiga algún chaparrón. Nosotros fuimos en mayo/junio y aunque hubo dos días de lluvia momentánea, nos hizo sol y buen tiempo todo el rato. La vegetación es siempre verde, así que no es de extrañar que pasen estas cosas.
¿CÓMO IR?
Es un destino lejano, muy, muy lejano. De hecho, está en el otro lado del mundo, a una diferencia horaria de 12 horas respecto a España. Nosotros volamos con la compañía French Bee, que tiene precios muy competitivos. La diferencia con otras aerolíneas como Air France era bastante grande. Nos salió el vuelo por unos 1000€ por persona ida y vuelta, en itinerario París-San Francisco-París. El vuelo de París a San Francisco se hace en unas 11 horas y de San Francisco a Tahití fueron otras 8 más o menos. Tuvimos suerte porque íbamos los dos solos en una fila de cuatro asientos, así que pudimos dormir perfectamente.
¿Y EL JET LAG?
Horrible, no te vamos a engañar, tanto a la ida como a la vuelta. Como te digo, son 12 horas de diferencia horaria respecto a España más la paradita en San Francisco que te descoloca por completo. Tardamos más o menos dos días en reajustar el sueño. Procura dejarte los primeros días de relax para no ir zombie por ahí.
¿POR LIBRE O POR AGENCIA?
Nosotros lo organizamos por libre. Es cierto que con la agencia te quitas estrés y trabajo, pero el precio sube bastante y ya es un destino caro de por sí. Nosotros lo que hicimos fue informarnos bien viendo documentales y leyendo y luego decidimos a qué islas ir, qué hacer y cuántos días estar. Se puede organizar por libre perfectamente y si necesitáis que os echemos un cable, escribidnos.
¿CUÁNTOS DÍAS SON NECESARIOS?
Qué pregunta tan difícil… Pues si puedes, estate meses. Son cientos de islas que cubren una extensión total más grande que Europa… Si solo cuentas con un par de semanas, lo normal es hacer tres o cuatro islas. Con tres semanas ya puedes hacer cinco islas seis apurando mucho. En los itinerarios típicos ves tres islas en 10 días. Nosotros teníamos 18 días completos en Polinesia, así que vimos cinco islas.
¿QUÉ ISLAS VISITAR?
Otra pregunta complicada. Es muy difícil elegir y dependerá de tus gustos personales. Polinesia se divide en cinco archipiélagos:
Islas Sociedad: Tahití, Moorea, Bora Bora, Taha’a, Raiatea, Huahine
Islas Marquesas: Nuku Hiva, Hiva’Oa, Ua Pou, Fatu Hiva, Ua Huka, Tahuata, Moho Tani
Seguramente, las que más te suenen sean las del archipiélago Sociedad. Son las más turísticas por su posición estratégica cerca de Tahití, la capital. Son las que nosotros visitamos (excepto Huaine por falta de tiempo). El resto de islas son más salvajes y menos turísticas.
Nosotros queríamos visitar también alguna de las islas Marquesas, pero como digo, no pudimos por falta de tiempo y dinero. Se nos iba mucho de presupuesto ya que los vuelos entre islas son caros. Eso lo detallaré más adelante.
¿CÓMO MOVERSE ENTRE ISLAS?
Pues en avión o en ferry. La compañía Air Tahiti (no confundir con Air Tahiti Nui) cubre las rutas entre las islas que tienen aeropuerto. No todas tienen, así que si quieres ir a alguna más pequeña, debes volar a una grande que esté cerca y luego ir en barco. Es el caso de Taha’a. Tuvimos que volar a Raiatea y luego coger un barco para visitar esta pequeña isla vecina.
Air Tahiti ofrece una especie de billetes combinados para visitar varias islas. Son como pases que por una tarifa fija te permiten ir pasando de una isla a otra. Pero ojo, no puedes repetir isla. Es decir, si tienes que hacer, por ejemplo, Tahití-Moorea y luego volver para volar de Tahiti a Raiatea porque no hay vuelvo Moorea-Raiatea, ya no te vale el pase. Es solo para viajes de isla a isla sin repetir. Míratelo bien en su web. A nosotros no nos salía rentable, así que cogimos los vuelos por separado.
Te puedes ahorrar bastante en el trayecto Tahití-Moorea si lo haces en ferry. La compañía Aremiti 6 cubre el trayecto diariamente en 30 minutos por unos 15 € (en avión son unos 150 €). Al final, es mucho más rápido e infinitamente más barato que en avión. Son puntuales y tienen varios al día. Puedes cruzar con maletas y hasta con coche.
¿COCHE DE ALQUILER?
Depende de lo que vayas a hacer en la isla. Nosotros solo lo cogimos para Moorea. Esa isla la exploramos por nuestra cuenta. El resto, lo hicimos con excursiones que te recogen en el hotel. Si vas a alquilar coche, hazlo con tiempo, ya que suelen agotarse si lo quieres de un día para otro.
¿CAMBIO DE DIVISAS?
La moneda de allí es el franco polinesio. La equivalencia sería más o menos esta:
1 XPF : 0,00838 EUR
10 XPF : 0,0838 EUR
Por desgracia, no hay ninguna casa de cambio en España donde puedas cambiar dinero, ni si quiera en bancos te lo cambian. Lo mejor es llevar euros y cambiar allí mismo. En la oficina del aeropuerto de Tahití podrás hacerlo a buen precio, ya que a diferencia de otros aeropuertos, tienen estipulada una tasa de cambio oficial y sale bien.
¿SEGURO DE VIAJE?
Sí, POR FAVOR, lleva siempre seguro de viaje. El precio sale muy bien y te ahorras muchos disgustos. En este viaje nos pasó algo bastante fuerte. En nuestro alojamiento de Moorea se hospedaba otra pareja joven y el chaval murió haciendo un trekking. Ella estaba con un shock tremendo. Por suerte, llevaban seguro, porque no sabes lo caro que es gestionar un fallecimiento tan lejos de casa y encima sola…
Por eso, te recomendamos dos aseguradoras top que para nosotros son las mejores del mercado ahora mismo, Iati y Mondo. Por ser lector de nuestro blog, te dejamos un descuento en cada aseguradora para que viajes tranquilo. El descuento se aplica automáticamente al reservar desde estos enlaces:
Todos los alojamientos en los que nos quedamos tenían bastante buen wifi, la verdad. No obstante, sabíamos que queríamos comprar unas tarjetas SIM para tener internet siempre en el móvil. En Polinesia hay dos compañías donde podéis conseguir tarjetas SIM locales prepago. Una es VINI y la otra es Vodafone. Nosotros nos decantamos por las tarjetas de 8GB de Vodafone. Salen a 1800 francos cada una y nos funcionaron perfectamente todo el viaje. Eso sí, es importante recalcar que solo funcionan para Bora Bora, Tahití y Moorea. En Raiatea y Taha’a solo tienen conexión las de VINI, pero eran mucho más caras y como os digo, teníamos wifi en el hotel. Podéis comprar las tarjetas de Vodafone directamente en el aeropuerto, en el mismo cubículo donde están las empresas de coches de alquiler. Si no, en el centro de Papeete hay una tienda también.
¿POLINESIA ES CARO?
Sí. Mucho. No solo es caro llegar hasta allí, sino que la vida allí es bastante cara en general. Sí que es cierto que no hace falta hospedarse en un resort de 3000€ la noche, pero también es verdad que notarás tus bolsillos cada vez más vacíos a medida que vayan pasando los días.
Nosotros elegimos todos los alojamientos (menos uno) con cocina para ahorrar en comidas, pero las compras en los supermercados salían bastante caras. Por ejemplo, un paquete de pan de molde a unos 8€ y un paquete de pasta por casi 4€. Ya no te digo nada de carne o fiambres.
En los restaurantes, la cosa tampoco mejora. Pizzas por 20€, foodtrucks por 12€… Vamos, que sí, que vayas ahorrando.
¿QUÉ ROPA LLEVAR?
Ropita de verano y muchos bañadores y bikinis. No te olvides las gafas de bucear, el tubo y las aletas. Si te gusta hacer trekking, llévate también ropa de montaña, ya que en islas como Tahití o Moorea tienes mucho donde caminar (con cuidado, por favor). También es conveniente llevarse un chubasquero para los días de lluvia y unos escarpines para poder explorar los corales sin cortarte.
¿GASTRONOMÍA?
El plato más típico es el poisson cru, es decir, pescado crudo. Normalmente, atún rojo local que se macera en lima y leche de coco y se sirve acompañado de arroz y verduritas. En Polinesia se alimentan sobre todo de productos del mar y frutas tropicales como la piña, el coco, la papaya o los aguacates. El resto, como la carne, suele importarse o bien desde Francia o desde Australia y Nueva Zelanda, por eso sale tan caro.
¿CULTURA?
Polinesia es un país muy rico en cultura. Los antiguos polinesios ya poblaban esas islas hace milenios y es alucinante ver cómo su cultura se fue conservando generación tras generación. En costumbres, en danza, en gastronomía, en vestimenta e incluso en el idioma.
El polinesio es idioma oficial y muy hablado entre sus habitantes, que te saludarán con “ia ora na”, te darán las gracias con “mauruuru” y se despedirán con “nana”. Es un idioma precioso y suena alucinante.
En la vestimenta, verás los pareos tanto en mujeres como en hombres, verás collares y coronas de flores y motivos típicos en los bordados.
En cuanto a la danza, qué voy a decir… Yo misma practiqué Ori tahitiano en Gijón unos cuantos años, así que obviamente fuimos a ver un espectáculo. En el cual, por cierto, me sacaron a bailar y lo di todo. Es muy recomendable verlos. Los suelen hacer en hoteles como los de la cadena Intercontinental, acompañados de una cena. No es para nada una turistada, no tendrás muchas más oportunidades de ver este tipo de danza en otros sitios.
CONSEJOS ISLA POR ISLA:
TAHITÍ:
Lo mejor es que te alojes en la capital, Papeete, ya que ahí tienes todos los servicios, excursiones, alojamientos y restaurantes.
Mucha gente la usa solo como zona de paso hacia otras islas y no la visitan, pero nosotros creemos que merece la pena pasar al menos un par de días, sobre todo, para hacer la excursión en 4×4 al valle de Papenoo.
Si te sobran días, alquila un coche para visitar más en profundidad la isla.
Puede haber bastante tráfico por carretera para ir al aeropuerto, vete con tiempo.
Hay un motel a escasos 100 metros del aeropuerto. Nosotros lo pillamos ya lleno, pero puede ser genial si tienes que pasar una noche cerca para coger un vuelo temprano a la ida o la vuelta
MOOREA:
Si vas desde Tahití, seguramente te salga más barato ir en ferry que en avión, a no ser que hayas sacado un pass con Air Tahití.
Merece la pena quedarse al menos 5 días para explorarla con tranquilidad. En esta isla fue donde más en casa nos sentimos, tiene de todo y no está masificada.
Si te gusta el senderismo, tienes un montón de rutas para hacer por el interior de la isla, pero ve con cuidado, que ya has visto lo que puede pasar.
Merece la pena alquilarse un coche para recorrerla a tu aire tranquilamente. Es preciosa, con unos atardeceres de infarto y una costa maravillosa.
La parte norte es la más turística, la parte sur es más salvaje.
Si no quieres pagar por una excursión para ver rayas y tiburones, por unos 10€ la hora puedes alquilarte un kayak doble en Tip Nautic y te da de sobra para verlos y nadar con ellos. Llegas en unos 5 minutos remando, está justo en frente. Tip Nautic se ubica en la playa privada del hotel Les Tipaniers. Hay un guardia antes de que puedas acceder, le dices que vas a Tip Nautic y te deja pasar. La playa en sí no vale mucho, pero es cómodo el tema kayak para llegar a lo de los tiburones.
Cuidado con las corrientes y los kayaks, ya veis lo que nos pasó a nosotros.
Para ver el atardecer, busca la zona oeste. Al lado del parque de bomberos hay una extensión donde puedes verlo bien. Si no, en la punta de la bahía Cook también se ve genial, en algún pontón. Eso, claro, depende de la época en la que vayas, no siempre hace la misma trayectoria el sol.
La playa pública de la costa oeste, la de Tiahura, tiene un parking gratuito pero cierra a las 17:30 y no te da tiempo a ver el atardecer. Tampoco puedes sacar el coche y quedarte tú dentro porque para acceder a la playa hay una valla. Vamos, que es pública pero la cierran.
Cuidado con los perros en la carretera de la costa de noche. Se tiran a la carretera como locos y te los llevas por delante sin poder evitarlo. Van sin mirar. Nosotros literal que casi atropellamos a dos en cosa de media hora.
RAIATEA:
No busques preciosas playas paradisíacas. Esta isla es más de montaña que de costa.
Intenta alojarte en una casa frente al mar en la costa oeste Podrás ver unos atardeceres de infarto.
Para transporte, lo mejor es Taxi Warren. Tienen varios y son muy funcionales.
TAHA’A:
Busca alojamiento con tiempo, hay muy pocos.
Intenta alojarte tan cerca del jardín de coral como puedas. Justo en el motu al lado del jardín hay un alojamiento, pero cuesta como 1000€ la noche… Mejor en la isla principal y vas y vuelves en lancha o kayak
Importantísimo: llévate un buen repelente de mosquitos. En esta isla son muy agresivos y hay hasta jejenes. A nosotros nos comieron vivos. Es que hasta te persiguen, es una locura.
¡No olvides las gafas de buceo y los escarpines para ir al jardín de coral!
Intenta gestionar los transportes con tu alojamiento, no hay taxis en la isla.
Para ir de Raiatea a Taha’a y viceversa, solo puedes ir en barco. Los hay privados o públicos. En fin de semana la frecuencia baja bastante, habiendo solo un par al día, a las 10:30 y a las 18:00 o algo así. Gestiónalo con tu alojamiento porque puedes quedarte en tierra.
BORA BORA:
El aeropuerto está situado en un motu (islote). Los resorts ofrecen transfer pero cuestan una pasta. Sin embargo, tienes un barco gratuito desde el aeropuerto hasta la isla principal. Consulta dónde está ubicado tu alojamiento para ver si te sirve y ahorrarte una pasta.
Si vas a alojarte en un super resort, considera pasar dos días antes en otro alojamiento más normalito para conocer la isla y luego los días del resort aprovecharlo bien para no salir de allí y que te traten como reyes. Eso fue lo que hicimos nosotros.
En los resorts, elige un bungalow overwater. Ya que vas, pues hazlo bien.
Merece la pena hacer una excursión privada en esta isla para conocer la laguna bien. Es espectacular y puedes tener para ti solo a los tiburones y rayas.
No creemos que merezca la pena alquilar coche en Bora Bora. Mejor contrata una excursión para la laguna y otra para conocer la isla en 4×4. En coche puedes dar la vuelta a la isla en 20 minutos y lo malo es que no puedes acceder al interior, eso sí o sí es en 4×4.
Prueba el plato típico “poisson cru”, aquí es donde mejor lo hacen.
Ve a ver un espectáculo de danza tradicional con cena bufet. Los hacen todos los miércoles (o martes) y sábados en el Intercontinental Le Moana. Y seguro que en más resorts. Puedes reservar mesa aunque no te alojes allí.
HOTELES Y ALOJAMIENTOS:
La verdad es que tuvimos mucha puntería al elegir los sitios donde alojarnos. Tuvimos muy buenas experiencias y si volviésemos, sin duda repetiríamos. Aquí os dejamos la lista:
Nosotros fuimos muy sobre la marcha, gestionándolo de un día para otro con el alojamiento en cada isla, pero la verdad es que te recomendamos reservar con tiempo, porque nos costaba encontrar cosas de un día para otro, aunque al final no tuvimos problema. Te dejamos aquí la lista de las empresas con las que hicimos excursiones:
Importante: para las excursiones que implican avistamientos de animales, elige siempre empresas ecofriendly que no les den de comer (práctica prohibida desde 2017 pero que algunos se saltan a la torera). Estas empresas son ecofriendly.
Y hasta aquí nuestros consejos para organizar por libre un viaje a Polinesia. Si tenéis cualquier otra duda cuya respuesta no salga aquí, podéis escribirnos y os ayudamos en lo que podamos. Y recuerda, tenemos un diario completo de viaje, con nuestro itinerario e impresiones. Puedes leerlo aquí.
Hace unas semanas, tuvimos la suerte de alojarnos en el apartamento Oviedo Real Spa, un paraíso rural a pocos kilómetros de Oviedo, donde el amanecer acaricia las montañas y puedes disfrutar de la paz de la naturaleza con todas las comodidades y con todo el lujo de un alojamiento moderno, pensado para el deleite de los sentidos. ¿Quieres saber más? ¡Sigue leyendo!
El Oviedo Real Spa es un apartamento estilo chalet que cuenta con zona ajardinada, solárium, jacuzzi exterior completo de última generación, porche, cocina, un dormitorio con cama de matrimonio, salón con sofa-cama de alta calidad y baño completo. El espacio es completamente privado y no se comparte nada con otros huéspedes, lo cual es un plus. 150 metros cuadrados de espacio para disfrutar y desconectar.
Está todo cuidado al más mínimo detalle y las instalaciones están impecables. Destaca la zona del jardín, el solárium y el jacuzzi, con unas vistas impresionantes al amanecer y perfecto para pasar agradables veladas en buena compañía, cenas al aire libre y momentos de relax.
El interior está decorado con gusto y es muy funcional y cómodo. Está todo pensado para que los huéspedes se sientan como en casa y no falta de nada. Hay incluso una consola y videojuegos para los más pequeños (y los no tan pequeños). Destaca la ducha, muy amplia, con cromoterapia, jets, efecto lluvia y cubo japonés.
Además, por su localización, el Oviedo Real Spa es el campo base perfecto para explorar Asturias, ya que está a tan solo 7 minutos de la catedral de Oviedo y a solo una hora como máximo del resto de las principales atracciones turísticas de Asturias, incluso menos para algunas playas y estaciones de esquí.
Además, si te gustan los animales, podrás ver aves, jabalíes, ovejas, vacas… ¡Y a Pequeño Tío! Un pony monísimo al que puedes darle zanahorias y al que verás corretear en su terrenito desde el jardín. ¡Es una monada!
En resumen, el Oviedo Real Spa es la mejor opción para disfrutar de unos días de relax con todo el lujo de un apartamento moderno y a pocos pasos de todo lo que Asturias tiene que ofrecer.
Contacto:
Apartamento Oviedo Real Spa: AS-242, 33195 Oviedo, Principado de Asturias
Sin duda, el hotel Finca Portizuelo ha superado todas nuestras expectativas. Es un oasis de paz, tranquilidad y calma, de pura belleza y de contacto con la naturaleza. De días sin prisa, de olas de mar. Y no es solo cosa nuestra, este alojamiento ha sido premiado como Mejor Hotel Sostenible en los Premios Ruralka 2021. ¿Te animas a conocerlo?
El hotel Finca Portizuelo está ubicado en una zona envidiable: a unos pocos metros de la Playa de Portizuelo de Luarca-Valdés. Es una de las playas más bonitas y menos conocidas de Asturias. Destaca su peculiar orografía y sus originales formaciones rocosas.
El hotel cuenta con habitaciones dobles, habitaciones dobles superior, habitaciones dobles superior con terraza y una junior suite, por lo que las opciones son muy amplias y perfectas para todos los huéspedes. Están decoradas con estilo minimalista y mucho gusto, muy limpias y transmiten mucha paz. Además, tienen vistas a la naturaleza, lo cual es un plus.
El hotel cuenta con un restaurante con zona acristalada donde sirven comida casera y con producto de proximidad. Tanto es así que muchos de los platos usan ingredientes directamente del huerto del propio hotel, lo cual destaca en el sabor tan natural y auténtico de la verdura recién cogida de la huerta. Los desayunos también se sirven ahí. Son muy completos y destacan las mermeladas, de producción propia. ¡Probad la de calabacín!
La zona exterior cuenta con un área chill-out con sofás para relajarse leyendo o charlando, jardines inmensos con flores y árboles y el huerto, una verdadera maravilla. Además, como comentábamos, está a pie de la playa de Portizuelo, que es digna de visitar e ideal para pasar unos días respirando brisa marina.
Otros servicios con los que cuenta el hotel son traslados desde y hasta el aeropuerto de Asturias, traslados de ida y vuelta al centro de Luarca, wifi en todo el hotel, aparcamiento, zona común de salón y biblioteca… Además, está adaptado para personas con movilidad reducida.
En resumen, el hotel Finca Portizuelo es el mejor sitio para desconectar y reconectar con la naturaleza en un entorno lleno de paz que huele a brisa marina y a eucalipto y donde el sonido de las olas mecerán tus sueños.
Costa Rica es un país que nos llevamos en el corazón para siempre. Sus magníficas cascadas de agua azul turquesa, sus playas salvajes bordeadas de palmeras, su fauna y su naturaleza… Y sobre todo, su gente. ¿Te apetece descubrirla a través de nuestros ojos? ¿Estás preparando un viaje y necesitas información? ¡Pues sigue leyendo! Y recuerda que también tenemos una guía con muchos consejos para visitar Costa Rica. Puedes leerla en este enlace.
Costa Rica, siendo un país pequeñito, alberga el 4 % de la biodiversidad de todo el planeta Tierra y eso es muy, muy especial. Volcanes de película, selva salvaje, playas paradisíacas, jaguares, perezosos… ¡Y pura vida! Si algún día existió el Jardín del Edén, sin duda se encontraba en Costa Rica. ¿Estás preparando un viaje a Costa Rica? ¡Pues sigue leyendo! Te damos consejos para que tu viaje sea perfecto y te detallamos los hoteles en los que nos quedamos, además de proporcionarte nuestro itinerario para 14 días. ¡Pura vida!
CONSEJOS GENERALES:
MEJOR ÉPOCA PARA IR
Costa Rica tiene dos estaciones, la húmeda y la seca. La húmeda va de mayo a septiembre y es muy probable que si visitas el país en estos meses pases unas vacaciones pasaditas por agua. Sin embargo, no son lluvias torrenciales y puedes disfrutar de tu viaje sin problema, simplemente, tenlo en cuenta.
La estación seca va de septiembre a abril y es la mejor época para viajar al país de la pura vida. Disfrutarás de un sol radiante y unas temperaturas perfectas para descubrir todo lo que Costa Rica tiene que ofrecer.
¿QUÉ SE NECESITA PARA ENTRAR?
En primer lugar, por supuesto, el pasaporte en vigor. Para países endémicos de fiebre amarilla también es obligatorio tener la cartilla de vacunación en regla.
En cuanto a la Covid-19, nosotros pudimos entrar sin problema con el Certificado de Vacunación Europeo y el Pase de Salud de Costa Rica. Para obtener este pase, simplemente rellenas un formulario y te genera un código QR que tienes que enseñar en el aeropuerto.
¿COSTA RICA ES PELIGROSO?
No, en absoluto. Es un país muy seguro incluso para personas que viajen solas o para viajar con niños. En ningún momento tuvimos sensación de peligro y en general, los ticos (costarricenses) son muy agradables, amables y simpáticos, siempre dispuestos a ayudarte y siempre con una sonrisa en la cara.
¿COSTA RICA ES CARO?
Sí, precisamente por ser un país seguro, ya que como nos dijeron algunos ticos, la paz es cara. No es prohibitivo, pero sí debes tener en cuenta que los precios de algunos servicios, como entradas a parques naturales o alquiler de coche son muy elevados.
¿HAY VUELO DIRECTO DESDE ESPAÑA?
Sí, nosotros viajamos directos desde Madrid a San José con la compañía Iberojet. Nos salió por unos 400 € ida y vuelta por persona. Ten en cuenta que para volver a España desde Costa Rica has de pagar un impuesto en aduanas de 29 dólares en el aeropuerto. Sin embargo, algunas aerolíneas, como Iberojet, ya incluyen ese impuesto en los billetes, así que compruébalo con tu aerolínea.
COCHE DE ALQUILER
Si vas a recorrerte el país, es conveniente que alquiles un coche. A poder ser, un todoterreno, o como mínimo, un SUV. Las carreteras en Costa Rica a veces son complicadas, llenas de baches. No hay autopistas y según la zona, puede que tengas que meterte por caminos sin asfaltar, así que mejor un coche alto. ¿El problema? El precio. Por 14 días un SUV cuesta unos 800€ (con los seguros obligatorios y todo) y los todoterrenos de 1000€ para arriba. El coche de alquiler es donde más pasta te vas a dejar de todo el viaje. Pero no te lleves un susto por ahorrar y coge uno bueno.
CONEXIÓN MÓVIL
Nosotros utilizamos tarjetas SIM y E-Sim de Holafly y quedamos muy contentos. Son muy fáciles de utilizar y funcionan bien. Sin embargo, ten en cuenta que si te metes en la selva habrá zonas en las que no haya ni 4G ni cobertura en general, ¡es normal! Puedes conseguir las tarjetas SIM de Holafly con descuento en este enlace.
CAMBIO DE MONEDA
¿Es mejor llevar todo el dinero en colones o mitad en dólares y mitad en colones? Pues aunque en Costa Rica muchas veces te piden que pagues en dólares, llévalo todo en colones, ya que obviamente te los aceptan y al cambio ahorras MUCHO dinero. Eso sí, en los parques nacionales te piden pagar con tarjeta y el pago sí se hace en dólares en ese caso, pero solamente de forma excepcional para la entradas. Y como es con tarjeta, no hace falta que lleves dólares cambiados.
Para cambiar de euro a colón, nosotros utilizamos el servicio de Ria. Es muy cómodo, haces una transferencia y en dos días recibes el dinero cambiado en casa. Puedes conseguir un descuento en el servicio desde este enlace, y un descuento adicional en el tipo de cambio si introduces además el código STORMTRO.
SEGURO DE VIAJE
Es muy importante viajar asegurado, y más ahora mismo con la pandemia todavía haciendo estragos. Por eso, te recomendamos dos aseguradoras top que para nosotros son las mejores del mercado ahora mismo, Iati y Mondo. Por ser lector de nuestro blog, te dejamos un descuento en cada aseguradora para que viajes tranquilo. El descuento se aplica automáticamente al reservar desde estos enlaces:
Hay mucho que ver, muchísimo, y dependiendo de si te llama más la naturaleza o si buscas más relax, elegirás una cosa u otra. Nosotros somos aventureros, así que elegimos un itinerario cañero. Te vamos a detallar aquí las cosas que nos dio tiempo a ver en 14 días, por orden. Si quieres verlo en detalle, no te pierdas nuestro diario de viaje completo pulsando aquí.
La Fortuna:
Catarata La Fortuna: Abre de 7:00 a 17:00, última entrada a las 16:00. Precio: 18 dólares por persona, solo pago con tarjeta.
Parque Nacional del Volcán Arenal: Abre de 8:00 a 16:00, última entrada a las 14:00. Precio: 15 dólares por persona, solo pago con tarjeta
Termales Chollín (gratuitas)
Mistico Park: Abre de 6:00 a 16:30, última entrada a las 15:30. Precio: 27 dólares
Guanacaste y Alajuela
Parque Nacional del Volcán Tenorio y Río Celeste: De 8:00 a 16:00, última entrada a las 14:00. Precio: 12 dólares por persona, solo con tarjeta. Parking de pago, 3000 colones, solo pago en efectivo
Manuel Antonio
Parque Nacional de Manuel Antonio y sus playas: Abre de 7:00 a 15:00, los martes cierra. Precio: 16 dólares (solo entrada, visita guiada se paga a parte)
Playa Espadilla
Península de Osa
Bahía Drake
Parque Nacional de Corcovado (entrada por La Sirena): Entrada 16,95 dólares, obligatorio llevar guía.
Trekking a San Josecito
Caribe Sur
Limón
Puerto Viejo de Salamanca
Territorio Bribri
Playa Arrecife y Playa Punta Uva
Caribe Norte
Parque Nacional de Tortuguero: Abre de 6:00 a 12:00 y de 13:00 a 16:00. Precio de 16,95, visita guiada aparte.
Catarata La FortunaRío CelesteTerritorio BribriRío Celeste
¿DÓNDE ALOJARSE?
En Costa Rica hay una amplia variedad de alojamientos, pero nosotros te recomendamos los que conocemos. En todos hemos estado muy a gusto y estamos seguros de que a ti también te gustarán:
Esperamos que toda esta información te sea útil para planear tu viaje y que disfrutes tanto como lo hicimos nosotros. Recuerda que si quieres más información sobre el itinerario, las cosas que ver y muchos consejos más, tienes disponible nuestro diario de viaje pulsando aquí. En él podrás conocer de primera mano toda la información y obtener el contacto de nuestros guías para cada localización.
Hace unas semanas, pude disfrutar de una jornada por el Valle del Nalón con mis compañeros de Asturias Travel Bloggers. Es una región que tiene muchísimo que ofrecer, desde planes de aventura hasta catas de queso para los paladares más gourmets. ¿Te apetece descubrir conmigo actividades únicas y rincones llenos de historia con paisajes alucinantes?
Primera parada: Pozo Sotón
El Valle del Nalón es una región históricamente minera y cuenta con muchos pozos, conectados entre sí por una red de túneles subterráneos. En nuestro caso, visitamos el Centro de Experiencias y Memoria de la Minería del Pozo Sotón a través de una visita guiada de unas dos horas de duración. En la visita vamos recorriendo diferentes escenarios para descubrir cómo era el trabajo en la mina, desde los inicios hasta los últimos años de funcionamiento.
Muchos de estos espacios están tal cual se dejaron cuando el pozo dejó de funcionar y puedes ver incluso la ropa o las taquillas de los mineros, la cocina y parte de los túneles. La visita es muy amena, ya que además de la explicación de la guía, cuentas con la maravillosa experiencia de escuchar a Carmina, que a través de un viaje en el tiempo, te cuenta cómo es la vida de las mujeres que trabajan en el pozo como telefonistas o lavando la ropa de los mineros. Es un espectáculo y muy entretenida de escuchar. ¡Toda una profesional!
Además, el recorrido está lleno de zonas interactivas para que puedas sumergirte de lleno en la vida en la mina.
Aunque a nosotros no nos dio tiempo, puedes hacer una visita nocturna a las galerías del pozo. ¡Tenemos pendiente este planazo! También cuenta con una zona exterior donde puedes ver carretillas y otras partes indispensables de la mina.
Segunda parada: Quesos La Corte, la casa del Queso Casín DOP
¿Os he dicho que me vuelve loca el queso? Soy como un ratón y en nuestra nevera puede faltar cualquier cosa menos queso. Por eso esta visita en particular me entusiasmaba tanto. ¡Y no defraudó!
El Queso Casín es de los pocos que cuenta con categoría de Denominación de Origen Protegida en Asturias y solo se elabora en tres queserías en Asturias. Una de ellas, La Corte. Nos recibió el dueño de la quesería, Fran, quien nos explicó el proceso de elaboración y fermentación del queso, completamente artesanal y manual.
Nos explicó pacientemente todo el proceso de elaboración, detalle a detalle, lo cual resultó muy interesante para una amante del queso como yo. El queso se elabora con leche cruda de vaca y tiene dos procesos de amasado y fermentación.
Pudimos entrar en las cámaras y olía tan bien que se nos hacía la boca agua. Por suerte, Fran nos tenía preparada una pequeña cata para que pudiésemos saborear el queso en todas sus etapas de maduración. Y no fue la única sorpresa, sino que nos regaló un queso a cada uno del que dimos buena cuenta en casa.
Tercera parada: Restaurante Balcón de Redes
La cata de queso nos abrió el apetito y en el Balcón de Redes nos tenían preparado un exquisito menú a base de croquetas de Queso Casín DOP, tacos de venado y cabrito con patatines. ¡No os podéis imaginar lo rico que estaba todo! Comimos como reyes con unas vistas espectaculares al embalse. Si estáis por la zona, no lo dudéis, es opción segura y vais a salir encantados.
Cuarta parada: La casa del agua
Después de comer, nos dirigimos a la Casa del Agua para aprender la historia sobre el uso de este bien tan preciado y descubrir muchos inventos de ingeniería que se usan para aprovechar todo lo que el agua puede darnos.
De forma amena e interactiva vamos descubriendo datos y curiosidades, apreciando el valor del agua y deleitándonos con las explicaciones de nuestra guía, quien también nos habla de la flora y fauna que se encuentra en el parque de Redes y de la importancia que tiene el agua para el desarrollo de la vida en este entorno natural.
Quinta parada: Senderos del Carbón
Como última visita del día, nos dirigimos a los Senderos del Carbón, una maravillosa iniciativa del ayuntamiento de Laviana para recuperar los antiguos pasos utilizados por los mineros para transportar el carbón y convertirlos en rutas de BTT. Los caminos discurren por distintos tramos, con un total de 8 rutas que los amantes de las bicicletas de montaña disfrutarán sin duda.
Una experiencia preciosa para terminar una jornada amena, interesante y divertida por el Valle del Nalón.
Y tú, ¿te animas a visitar estos maravillosos enclaves? ¡Cuéntanos qué te ha parecido!
¿Qué pesadilla lo del roaming, no? Por suerte, te vamos a contar una forma mucho más sencilla, cómoda y económica de viajar al extranjero y mantenerte siempre conectado. ¡Usa las tarjetas sim de Holafly! Son muy fáciles de utilizar, simplemente tienes que insertarlas en tu teléfono y listo. Tienen servicio de asistencia las 24 horas del día y además, ¡mantienes tu Whatsapp con el número español! Son todo ventajas, ¿verdad? Vamos a descubrir más cosillas:
¿Cómo funciona?
Es muy fácil. Haces el pedido de tu tarjeta sim con este enlace para obtener un 5 % de descuento y en unos, días te envían la tarjeta a tu domicilio. Te la llevas de viaje y cuando estés en el destino, simplemente la introduces en tu teléfono, la configuras en dos minutillos y ya tienes conexión para navegar a máxima velocidad durante tus vacaciones, sin preocuparte de buscar wifi o pagar roaming.
¿Para qué países son válidas las tarjetas?
¡Para tantos como puedas imaginar! Tienen muchísimos destinos e incluso tarjetas que valen para varios países. ¡Es comodísimo y tienen unas coberturas muy completas!
¿De cuántos GB son?
Tienes varias opciones para elegir según la cantidad de días que vayas a estar en el destino y según cuánto planees usarla. Suelen indicarte la cantidad de gigas que necesitarías dependiendo del tiempo que te vayas a quedar. Por ejemplo, para dos semanas sin mucho uso, con 8 GB debería bastarte. Pero si eres creador de contenido y vas a estar a tope subiendo vídeos y fotos, cógete una de 12 GB, por ejemplo.
Ventajas:
Llamadas entrantes gratuitas
Envío gratis en 72 horas o servicio exprés con entrega al día siguiente
Servicio de atención al cliente 24 horas
Mantienes tu número de Whatsapp en español
¿A qué países hacen envíos?
De momento, solo hacen envíos de tarjeta sim física a España, Francia y Alemania, pero si vives en otro país, incluso de América, ¡no te preocupes! Puedes pedir una e-Sim, es decir, una tarjeta virtual que se activa a través de un QR que te llega por email. Te contamos más en el siguiente punto.
¿Qué es una e-sim?
La e-sim es una tarjeta virtual, no es un producto físico, si no que el plan de datos se añade al móvil simplemente escaneando un código QR, es muy práctico y rápido. La única pega es que de momento no es compatible con todos los dispositivo, aunque cada vez se van añadiendo más a la lista. De momento, estos son los modelos compatibles con e-sim: iPhone SE, XR, XS, XS Max, iPhone 11, 11 Pro y 11 Pro Max, 12, 12 Pro, 12 Pro Max, 12 Mini, Samsung S20, Galaxy Z Flip, Note 20 Ultra, Fold LTE, Huawei P40, P40 Pro, y Google Pixel 3, 3a,4, 4a, Motorola Razr 2019
¿Quieres comprar una tarjeta sim de Holafly? Te ofrecemos un 5 % de descuento a través de este enlace para tarjetas sim físicas y otro 5 % de descuento para e-sim con el código STORMTROTTERS. ¡No te quedes sin ellas!